
Diego Velazquez, Philip IV on Horseback, 1631-36. Image: www.luzrasante.com
Here I stand, in front of Diego Velázquez’s painting of Philip IV on horseback. I’m just about coming to terms with being overwhelmed by the utter perfection that oozes from any Velázquez painting (is there anything other than perfection that has come from his hand? Is there anyone in the world who doesn’t admire Velázquez?) and I have suddenly been hit by that sense of movement that it seems to produce. Not a sense of movement created by composition, like the horse is about to gallop away any second, but something more reminiscent of Duchamp’s Nude Descending a Staircase, of Picasso and Braque’s cubism and of the ghostlike registers of early photography…
Of course it’s the ‘pentimenti’; those aspects of the painting that we should not be seeing because the painter changed his mind and covered them over. But fate and chemistry have aligned forces so that we can get some glimpses of previous versions of King Philip and his five legged horse.
Obviously all painters have ‘pentimenti’, be they visible or not, but what differentiates Velázquez’s from those of others is that he lived together with all of his paintings throughout his life, which allowed him to put them under constant scrutiny and have them unhooked and brought down for modification whenever he deemed necessary.
One of the advantages of living in the Royal Palace and working for a single client who happens to be the ruler of the most powerful empire in the world is being able to work your way closer and closer to perfection.

detail with ‘pentimento’ / detalle con ‘pentimento’
Estoy de pié, frente a la pintura de Felipe IV a caballo de Diego Velázquez, justo estoy acostumbrándome al sobrecogimiento que produce la absoluta perfección que rezuma cualquier cuadro de Velázquez (¿Hay algo que no sea la perfección que haya salido de su mano? ¿Hay alguien en el mundo que no admire a Velázquez?) y de pronto he sentido el impacto de esa sensación de movimiento que desprende la pintura. No una sensación de movimiento creado por la composición, como si el caballo fuese a arrancar a galope en cualquier momento, sino algo más reminiscente del Desnudo bajando la escalera de Duchamp, del cubismo de Picasso y Braque, o de los registros fantasmales de la fotografía primitiva…
Claro que son los ‘pentimenti’; esos aspectos de la pintura que no deberíamos ver por que el pintor cambió de opinión y los sobrepintó. Pero el sino y la química han juntado fuerzas para que podamos entrever versiones previas del Rey Felipe y su caballo de cinco patas.
Obviamente todos los pintores tienen sus ‘pentimenti’, sean visibles o no, pero lo que diferencia a los de Velázquez de los de los demás es que él convivió con sus pinturas a lo largo de toda su vida, lo que le permitía someterlas a escrutinio constante y mandarlas descolgar para su modificación cuando estimara necesario.
Una de las ventajas de vivir en el Palacio Real y trabajar para un solo cliente que, casualmente, es el dirigente del imperio más poderoso del mundo es poder trabajar por acercarte cada vez un poquito más a la perfección.
5 comments
Ru says:
mar 8, 2013
Recuerdo cuando vi esos pentimenti de Velázquez en aquella famosa exposición monográfica en El Prado a princicios de los ’90. Lo que no sabía por aquél entonces es que esos prepintados afloraron con el tiempo. Yo estaba convencido de que a Velázquez no le importó que se notasen. El borrado-restregado o la cubrición mediante pintura más espesa habrían desvirtuado su estilo de factura directa y ligera. Una vez leí algo así como que Velázquez se dedicaba a la pintura por circunstancias ajenas a su verdadero interés ya que su pasión era otra (¿la arquitectura?, no lo recuerdo). Nunca le he dado mucho crédito a esos comentarios sobre personajes del pasado, como si el historiador hubiese conocido en persona al artista; sobre todo si no me mencionan sus fuentes (¿epistolares, por ejemplo?) o algo que justifique su argumentación. La cuestión es que siempre preferí creer que las licencias que se tomaba Velázquez con respecto a la ortodoxia de la representación en su época (como dejar a la vista sus pentimenti), eran por su absoluta entrega “la pintura”; porque sus intereses estaban más allá de si lo representado se corresponde con el modelo (caballo de ¿5? patas). La química le quita encanto a este pensamiento.
Simon Zabell says:
mar 8, 2013
Siento tu decepción causada por la química Ru. Es curioso que digas eso por que yo pensaba también que los pentimenti habían estado siempre a la vista como ahora, y lo achacaba también a la factura suelta de Velázquez y al hecho de que el cuadro estaba hecho para verse de lejos. Lo de la supuesta pasión de Velázquez diferente a la pintura, según recuerdo haber leído hace años, creo que se debía más a sus pretensiones sociales; quería ser aristócrata y eso era incompatible con un trabajo manual como el de pintor. No lo tengo a mano pero recuerdo que en el catálogo de esa exposición que dices había una cita en la que Velázquez decía algo así como que si él pintaba no era por que fuese su oficio, sino que lo hacía por complace al Rey, que se lo pedía.
Ru says:
mar 8, 2013
¡Gracias, Simón, por tu apunte y por tu super memoria!
Me encanta pensar que su ligereza en la factura era consecuencia de querer complacer al rey; como no dándole tanta importancia al acabado del cuadro porque su verdadero interés era otro, el aristocrático. Eso le permitió no llevar ningún lastre (lastre de preocupaciones pictóricas) en el acto de pintar, y, así, lo único que se plasmaba en sus cuadros era toda su genialidad limpia, sin contaminaciones. Esto desembocó en la consecución de un estilo peculiar desligado de las “manieras” de su época.
El pintar necesita esa dosis de despreocupación para que salga puro.
Siempre he pensado que el pintar es más un asunto de “percepción” que de “invención”
Simon Zabell says:
mar 9, 2013
¡Muy interesante reflexión Ru! No me decido si estoy de acuerdo en que la pintura necesita “esa dosis de despreocupación para que salga pura”, pero me gusta la idea y va mucho más allá de lo que yo he querido expresar en el texto. Habrá que ir rumiándolo.
Ru says:
mar 11, 2013
¡Jaja! Rumia, rumia ¡pero no regurgites de golpe!